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Esta pregunta aparece, generalmente, cuando sufres un quiebre en algún aspecto de tu vida que te hacía sentir poderoso y confiado. Un buen ejemplo es la pérdida de un empleo. Probablemente habías planeado crecer profesionalmente en esa organización y, de pronto, te quedas sin nada; entonces empiezas a cuestionarte ¿en qué fallé?, ¿qué pude hacer mejor? y te sientes culpable. Como toda etapa de duelo, experimentas pena y desesperanza. Pierdes la confianza y, cuando lo haces, te ves pequeñito, indefenso y te consume el miedo, una y mil veces.
Desde mi propia vivencia y las experiencias de muchos de mis clientes, he sido testigo de cómo, de manera inconsciente, entramos en la negación y decidimos tomar el timón de un barco averiado y con pocas probabilidades de llegar a algún destino. Por el contrario, es con la aceptación que volvemos a iluminar el mundo, reparamos el barco y definimos la mejor ruta para llegar a buen puerto. Pero llegar a ese punto no es inmediato. Por eso es muy importante y necesario permitirse el tiempo y el espacio para quemar esa etapa y dejar atrás la oscuridad.
Convérsalo con otras personas. Evita dejarlo todo dentro de ti. Libérate mediante una buena charla con un confidente. Pregúntale y pregúntate cuál es el aprendizaje que te regala esa vivencia. Supérala y, como si se tratara de la despedida de un ser querido que parte al descanso eterno, dile adiós y dale gracias a esos sentimientos negativos. Déjalos ir porque ya cumplieron con su propósito.
Entonces, cómo recobrar la confianza en uno mismo. Primero, recupera el amor más importante: el propio. Sí, urge volver a enamorarte de ti mismo. Has olvidado en lo que eres bueno y necesitas volver a recordar aquello en lo que eres excelente. Redescubre cuál es esa palabra maravillosa que te define y te hace sentir orgulloso. Abrázala nuevamente con tu corazón y tu mente. Anótala y ubícala en un lugar visible para que cuando flaquees, mirándola vuelvas a sentir la energía y la motivación para valorarte como ser único y diferente.
Segundo. Llena tu mente de pensamientos positivos. Busca en tu memoria y revive aquellos momentos en los que fuiste feliz y te sentiste orgulloso y comprometido.
Tercero. Recrea en tu mente la película que vas a empezar a vivir y su maravilloso final. Visualízala por unos minutos todos los días, agregándole detalles que te empoderen y enfoquen tu atención a su realización. Disfruta de esa historia ahora. No dejes de hacer este ejercicio, no existe un después.
Recuerda que cada uno de nosotros, desde dentro, tiene la capacidad de renacer de las cenizas y cambiar la noche oscura por un cielo estrellado o un día iluminado y brillante. El poder que has regalado a otros está dentro de ti, recupéralo ya.
