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  • Foto del escritorElizabeth Diaz

La fuerza transformadora de las palabras

¿Alguna vez expresaste un deseo con tanta fuerza y poder de convicción que se cumplió? ¿Qué emociones contenía cada palabra? ¿Era rabia, tristeza, alegría u orgullo? ¿Qué pensamientos lo generaron?


Todo lo que expresas a través del lenguaje domina tu realidad. Lo maravilloso sucede cuando estás consciente de su fuerza creadora y decides usar tu lenguaje para dejarlo salir de forma impecable y aprovechar al máximo sus beneficios.


Según el coaching ontológico, el habla genera acciones que te pueden llevar a cumplir tus sueños y se clasifican en afirmaciones y declaraciones. Las afirmaciones se caracterizan por describir al mundo exterior tal cual es. Decir que eres médico porque te graduaste como médico es una afirmación porque tienes el diploma que lo demuestra.


Sin embargo, tus palabras también pueden transformarse en declaraciones cuando están acompañadas de tus juicios. Por ejemplo, decir que eres médico porque te caracteriza tratar bien a tus pacientes, es una declaración porque eres tú quien decide si aquello que dijiste es válido y si le darás autoridad para que gobierne tus pensamientos y acciones.


En ese sentido, lograr que se manifieste la realidad que tanto deseamos, tiene que ver en gran medida con aprender a realizar “declaraciones desde la afirmación”. Si tienes clara esta distinción, estarás en camino de cumplir tus sueños. ¿Cómo lograrlo de forma consciente?


Todo empieza al pronunciar la frase que contiene tu deseo. Asegúrate que cada palabra nazca desde la autovaloración y confianza en los talentos y cualidades que te hacen una persona única. Así, te llenarás de emociones que generan energía como la alegría y la felicidad e inmediatamente te sentirás una persona contenta y de buen humor.


Ahora que lo sabes y si lo pones en práctica, inevitablemente tus palabras fluirán de forma positiva y limpiarás tu mente de suposiciones y pensamientos saboteadores. La manifestación de la realidad que deseas nacerá desde la abundancia. El secreto es hacerlo de forma diaria o cuantas veces sea necesario para que tus neuronas encuentren el motor impulsor para la acción dedicada y constante hacia un objetivo claro y motivador.






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